HUACACHINA:
RESEÑA HISTORICA DE HUACACHINA DESDE SU DESCUBRIMIENTO HASTA SU ACTUALIDAD. DOTES CURATIVOS DEL AGUA Y COMPOSICION
A partir de 1920 fue lugar turístico, y empezó su fama de balneario de recreación y descanso, gracias a la labor de una mujer Italiana, Doña Ángela Oliveri de Perotti, que a principios del siglo pasado difundió las propiedades curativas del agua y del barro de la laguna. En 1952 levantó una cabaña con el fin de alojar aquellas todas personas que vinieran a bañarse. Su malecón invita a pasear y suele ser testigo de promesas de amor eterno, muchas de las cuales sueles hacerse al pie del huarango. Los amantes de pintura pueden apreciar en el hotel Salvatierra la huella dejada en sus hoy convertidas en murales por el genial pintor Iqueño Servuelo Gutiérrez, como así mismo oleos que adorna una sala que sirve de pequeña pinacoteca. El hotel Mossone tiene su propio encanto dado por su sobria pero bella arquitectura y sus jardines
Enclavada entre enormes dunas de fina arena, la Huacachina fue antaño (1920 a 1950) un balneario de alcurnia, al que acudían los iqueños en procura de los beneficios curativos de sus aguas sulfurosas. Sus virtudes terapéuticas fueron conocidas desde el siglo pasado, recomendándose para el tratamiento de algunas dermatosis y afecciones hepáticas, dispepsia y gastralgia. El sabor de las aguas es salubre y agrio por los elementos químicos que posee, lo que produce en el que la bebe efectos laxantes
DEPORTES QUE INFLUYEN DENTRO DEL BALNEARIO Y MOVILIDADES QUE PRESTAN EN EL RECORRIDO DE LAS DUNAS
Esta hermosa laguna ubicada en medio del desierto compone un mágico paisaje natural. Lugar ideal para la práctica de SANBOARD ya que este sitio ofrece una serie de dunas adecuadas para la práctica de este deporte. Huacachina ha sido designada como una de las sedes del tour internacional “DUNE RIAERS INTERNACIONAL”
Ica a impulsado en forma innovadora la atracción de un turismo receptivo que movilizada por los CARROS TUBULARES y las TABLAS DE ARENA se lanzan a la conquista de las arenas los cuales las personas y turistas que se asoman a ver el oasis de América también se animan a este maravilloso servicio que ofrecen los iqueños con los tubulares .Lo cual impulsa al desarrollo del turismo iqueño en los desiertos de Ica, con un organismo autónomo del ambiente urbano monumental y paisajístico de Huacachina para su conservación y usos que acabe con los abusos tributarios excesivos.
Leyendas
Primera
Cerca de este lugar vivía una joven princesa incaica. Que era conocida por todos como Huacca-China (la que hace llorar). Era una princesa de verdes pupilas, áurea cabellera y que cantaba de una manera extraordinaria hasta el punto que todo aquel que escuchaba su melodía lloraba, porque ella tenía un secreto y es que su corazón quedo enamorado de un feliz varón.
La princesa buscaba un rincón donde llorar y al hallarse libre, cavaba ante el árbol un hueco donde hundir el dulce nombre de su amor. Cierta vez en el hueco que había abierto en la arena, ante el algarrobo, se llenó de agua tibia y sumergió su blanca desnudez. Cuando salio del baño, se envolvió en la sabana y al verse en el espejo, descubrió un espía, un cazador, que al ver su belleza, quedó prendado de sus encantos, viniéndose como un sátiro, hacia ella.
La princesa huyó seguida obstinadamente por el cazador entre las dunas y breñas en las cuales iba dejando trozos desgarrados de su manto, que por momentos dejaban ver su desnudez. La sabana quedó enredada en un zorzal y la princesa quedó desolada sin fijarse en nada. Entonces la sabana abierta se hizo arenal. Siguió huyendo la princesa con su espejo en alto, cuando quiso dar un salto tropezó y de su puño falto de fuerzas, se escapó el espejo. Y ocurrió una conmoción, pues el espejo roto se volvió una laguna y la princesa se transformó en una sirena que en las noches de luna sale a cantar su antigua canción.
Los Comatraneros (ciudadanos de la zona) sostienen que existe una corvina encantada, la cual dicen haberla visto, pero mas que calan las redes nunca llegan a apresarla. También hay una leyenda de la vieja que toca su cajita para aumentar de ese modo el caudal del agua y es la explicación que da la gente para ese extraño sonido de los cerros cuando lo bate el viento
Segunda
En Tacaraca, centro indígena de alguna importancia, durante el período precolombino vivía una ñusta de verdes-pardosas pupilas, cabellera negra como el negro azabache que forma piedra escogida de la tierra, o quizás como el negro profundo del chivillo, el pájaro quebradino de las notas agudas, el tordo de nuestros alfalfares de las cejas de las sierras, doncella roja de curvas y sensuales contornos gallardos, como las vasijas del Sol en el Coricancha de los Incas.
Allí cerca también de las alturas de Pariña Chica, el pago de las huacas, de los enormes tinajones y las gigantescas lampas de huarango esculpido, vivía Ajall Kriña; apuesto mozo de mirada dura y fiera en el combate, como la porra que se yergue en la mano del guerreo o como la bruñida flecha de tendido arco; pero de mirada dulce y suave en la paz, en el hogar, en el pueblo, como rizada nota de música antigua; como gorjeo de quena hogareña, percibida a lo lejos por el fatigado guerrero que tras dilatada ausencia regresa.
La laguna de la Huacachina
Ajall Kriña, se enamoró perdidamente de las formas blandas, pulidas de la virgen del pueblo y un día en la confusa claridad de una mañana, cuando la ñusta llevaba en la oquedad de esculpida arcilla, el agua pura, su alma apagada y muda hasta entonces, abrió la jaula y dejó cantar a la alondra del corazón:
Mi corazón en tu pecho cómo permitieras; aunque penda de un abismo, muy hondo, muy hondo o estrecho de modo que tú me quieras como tu corazón mismo.
La de las eternas lágrimas, la princesa Huacachina, llamada así porque desde que los ojos de su alma se abrieron a la vida, no hicieron sino llorar; no tardó en corresponder el cariño hondo, fervoroso e intenso del feliz varón de los cambiantes ojos de fiereza o de dulzura, de acero o de miel.
Todas las mañanas y todas las tardes, en los cárdenos ocasos o con las rosadas auroras, Huacachina, cuyas lágrimas parecían haberse secado para siempre, entregaba a Ajall Kriña, las preferencias de su corazón, las joyas de su ternura, los incendios de su alma pura y sencilla.
Pero la felicidad que siempre se sueña eterna a los ojos egoístas de que goza, voló como el céfiro fugitivo que se escurre entre las hojas de los árboles o entre las hebras del ramaje. Orden del Cuzco, disponía que todos los mozos se aprestaran a salir inmediatamente, para combatir sublevación de lejano pueblo belicoso. Ajall Kriña, con el alma despedazada, despidióse de su ñusta hechicera. Ella júrele amor, fidelidad, cariño y él, alegre, feliz porque comprendía con la fe y la fiebre del que quiere, que ella no lo engañaría y entregaría su corazón como aquella otra ñusta odiosa de la leyenda iqueña que enajenó su ser por el oro de la joya, la turquesa del adorno y los kilos de la blanca lana como vellón de angora, marchó con otros de su pueblo en pos de nuevos soles a develar la rebelión, a sofocar el movimiento sacrílego contra el Dios-Inca.
Ajall Kriña, con heridas terribles, abiertas, incicatrizables en el cuerpo de bronce, muere en el combate después de haber luchado como un león. La triste nueva, pronto se comunica a Huacachina, la bella princesa de los ojos hechiceros, quien alocada, desesperada, exantrópica, al amparo de las sombras que se vienen, huye sin que lo adviertan sus padres entre los cerros y los cuchillos de arena, hasta caer postrada, abatida, jadeante, sudorosa, con el llanto que desbordándose del manantial inagotable de sus olas, caían en las arenas que como pañuelos de batista, se extendían más allá de la Huega.
Las lágrimas ruedan y siguen rodando muchos minutos; numerosos días; tiempo tal vez incontable para ella, de sus ojos inyectados por el dolor y cuando el hambre, el dolor, la tristeza, la desventura, rompen el frágil cristal de su alma y la vida huye y se aleja veloz, esas abundantes lágrimas, absorbidas por las candentes arenas, surgen a flor de tierra en el inmenso hoyo amurallado por las arenas superpuestas, después de haberse saturado, con las sustancias de la entraña de la tierra, que las devuelve por no poder resistir el contagio del inmenso dolor.
En el día, las verdes aguas pardosas se evaporan en pequeña cantidad hacia los cielos, como si fueran llamadas por los dioses para aprender del dolor y se cuenta que todavía en las noches, cuando las sombras y el silencio han empujado a la luz, al ruido, sale la princesa, cubierta con el manto de su cabellera que se plisa u ondea en su cuerpo; con ese manto negro, muy negro, pero menos oscuro que su alma, para seguir llorando su llanto de ausencia y de pesadumbre, algunas de cuyas gotas todavía se descubren en la mañana, en los primeros minutos de la luz, hasta sobre los raros juncos que a veces brotan en la orilla de oquedad; se ven sobre las innumerables hojas rugosas del toñuz tendido en sus ocios y se perciben sobre cada uno de los dientes de las hojas peinadas del viejo algarrobo, que extiende sus ramas levantándose sobre la cama de arena, para pedir a los cielos, piedad y consuelo, destinados a la princesa de la dicha rota, del ensueño deshecho, del paraíso trunco.
La Biblioteca Abraham Valdelomar de Huacachina cuenta con una colección de aproximadamente 10 mil títulos. La mayor parte de los libros proviene de mi biblioteca personal, lo cual revela mis intereses y predilecciones: una sección muy completa de filosofía, otra muy nutrida de literatura, y una amplia bibliografía iqueña y peruanista. Abundan también títulos de geografía, historia, arqueología, y arte.
Con una hermosa vista a la laguna de Huacachina, el local de la Biblioteca reúne condiciones excepcionales para la reflexión y la lectura. Las atenciones al público -universitarias, escolares, vecinos y viajeros
RESEÑA HISTORICA DE HUACACHINA DESDE SU DESCUBRIMIENTO HASTA SU ACTUALIDAD. DOTES CURATIVOS DEL AGUA Y COMPOSICION
A partir de 1920 fue lugar turístico, y empezó su fama de balneario de recreación y descanso, gracias a la labor de una mujer Italiana, Doña Ángela Oliveri de Perotti, que a principios del siglo pasado difundió las propiedades curativas del agua y del barro de la laguna. En 1952 levantó una cabaña con el fin de alojar aquellas todas personas que vinieran a bañarse. Su malecón invita a pasear y suele ser testigo de promesas de amor eterno, muchas de las cuales sueles hacerse al pie del huarango. Los amantes de pintura pueden apreciar en el hotel Salvatierra la huella dejada en sus hoy convertidas en murales por el genial pintor Iqueño Servuelo Gutiérrez, como así mismo oleos que adorna una sala que sirve de pequeña pinacoteca. El hotel Mossone tiene su propio encanto dado por su sobria pero bella arquitectura y sus jardines
Enclavada entre enormes dunas de fina arena, la Huacachina fue antaño (1920 a 1950) un balneario de alcurnia, al que acudían los iqueños en procura de los beneficios curativos de sus aguas sulfurosas. Sus virtudes terapéuticas fueron conocidas desde el siglo pasado, recomendándose para el tratamiento de algunas dermatosis y afecciones hepáticas, dispepsia y gastralgia. El sabor de las aguas es salubre y agrio por los elementos químicos que posee, lo que produce en el que la bebe efectos laxantes
DEPORTES QUE INFLUYEN DENTRO DEL BALNEARIO Y MOVILIDADES QUE PRESTAN EN EL RECORRIDO DE LAS DUNAS
Esta hermosa laguna ubicada en medio del desierto compone un mágico paisaje natural. Lugar ideal para la práctica de SANBOARD ya que este sitio ofrece una serie de dunas adecuadas para la práctica de este deporte. Huacachina ha sido designada como una de las sedes del tour internacional “DUNE RIAERS INTERNACIONAL”
Ica a impulsado en forma innovadora la atracción de un turismo receptivo que movilizada por los CARROS TUBULARES y las TABLAS DE ARENA se lanzan a la conquista de las arenas los cuales las personas y turistas que se asoman a ver el oasis de América también se animan a este maravilloso servicio que ofrecen los iqueños con los tubulares .Lo cual impulsa al desarrollo del turismo iqueño en los desiertos de Ica, con un organismo autónomo del ambiente urbano monumental y paisajístico de Huacachina para su conservación y usos que acabe con los abusos tributarios excesivos.
Leyendas
Primera
Cerca de este lugar vivía una joven princesa incaica. Que era conocida por todos como Huacca-China (la que hace llorar). Era una princesa de verdes pupilas, áurea cabellera y que cantaba de una manera extraordinaria hasta el punto que todo aquel que escuchaba su melodía lloraba, porque ella tenía un secreto y es que su corazón quedo enamorado de un feliz varón.
La princesa buscaba un rincón donde llorar y al hallarse libre, cavaba ante el árbol un hueco donde hundir el dulce nombre de su amor. Cierta vez en el hueco que había abierto en la arena, ante el algarrobo, se llenó de agua tibia y sumergió su blanca desnudez. Cuando salio del baño, se envolvió en la sabana y al verse en el espejo, descubrió un espía, un cazador, que al ver su belleza, quedó prendado de sus encantos, viniéndose como un sátiro, hacia ella.
La princesa huyó seguida obstinadamente por el cazador entre las dunas y breñas en las cuales iba dejando trozos desgarrados de su manto, que por momentos dejaban ver su desnudez. La sabana quedó enredada en un zorzal y la princesa quedó desolada sin fijarse en nada. Entonces la sabana abierta se hizo arenal. Siguió huyendo la princesa con su espejo en alto, cuando quiso dar un salto tropezó y de su puño falto de fuerzas, se escapó el espejo. Y ocurrió una conmoción, pues el espejo roto se volvió una laguna y la princesa se transformó en una sirena que en las noches de luna sale a cantar su antigua canción.
Los Comatraneros (ciudadanos de la zona) sostienen que existe una corvina encantada, la cual dicen haberla visto, pero mas que calan las redes nunca llegan a apresarla. También hay una leyenda de la vieja que toca su cajita para aumentar de ese modo el caudal del agua y es la explicación que da la gente para ese extraño sonido de los cerros cuando lo bate el viento
Segunda
En Tacaraca, centro indígena de alguna importancia, durante el período precolombino vivía una ñusta de verdes-pardosas pupilas, cabellera negra como el negro azabache que forma piedra escogida de la tierra, o quizás como el negro profundo del chivillo, el pájaro quebradino de las notas agudas, el tordo de nuestros alfalfares de las cejas de las sierras, doncella roja de curvas y sensuales contornos gallardos, como las vasijas del Sol en el Coricancha de los Incas.
Allí cerca también de las alturas de Pariña Chica, el pago de las huacas, de los enormes tinajones y las gigantescas lampas de huarango esculpido, vivía Ajall Kriña; apuesto mozo de mirada dura y fiera en el combate, como la porra que se yergue en la mano del guerreo o como la bruñida flecha de tendido arco; pero de mirada dulce y suave en la paz, en el hogar, en el pueblo, como rizada nota de música antigua; como gorjeo de quena hogareña, percibida a lo lejos por el fatigado guerrero que tras dilatada ausencia regresa.
La laguna de la Huacachina
Ajall Kriña, se enamoró perdidamente de las formas blandas, pulidas de la virgen del pueblo y un día en la confusa claridad de una mañana, cuando la ñusta llevaba en la oquedad de esculpida arcilla, el agua pura, su alma apagada y muda hasta entonces, abrió la jaula y dejó cantar a la alondra del corazón:
Mi corazón en tu pecho cómo permitieras; aunque penda de un abismo, muy hondo, muy hondo o estrecho de modo que tú me quieras como tu corazón mismo.
La de las eternas lágrimas, la princesa Huacachina, llamada así porque desde que los ojos de su alma se abrieron a la vida, no hicieron sino llorar; no tardó en corresponder el cariño hondo, fervoroso e intenso del feliz varón de los cambiantes ojos de fiereza o de dulzura, de acero o de miel.
Todas las mañanas y todas las tardes, en los cárdenos ocasos o con las rosadas auroras, Huacachina, cuyas lágrimas parecían haberse secado para siempre, entregaba a Ajall Kriña, las preferencias de su corazón, las joyas de su ternura, los incendios de su alma pura y sencilla.
Pero la felicidad que siempre se sueña eterna a los ojos egoístas de que goza, voló como el céfiro fugitivo que se escurre entre las hojas de los árboles o entre las hebras del ramaje. Orden del Cuzco, disponía que todos los mozos se aprestaran a salir inmediatamente, para combatir sublevación de lejano pueblo belicoso. Ajall Kriña, con el alma despedazada, despidióse de su ñusta hechicera. Ella júrele amor, fidelidad, cariño y él, alegre, feliz porque comprendía con la fe y la fiebre del que quiere, que ella no lo engañaría y entregaría su corazón como aquella otra ñusta odiosa de la leyenda iqueña que enajenó su ser por el oro de la joya, la turquesa del adorno y los kilos de la blanca lana como vellón de angora, marchó con otros de su pueblo en pos de nuevos soles a develar la rebelión, a sofocar el movimiento sacrílego contra el Dios-Inca.
Ajall Kriña, con heridas terribles, abiertas, incicatrizables en el cuerpo de bronce, muere en el combate después de haber luchado como un león. La triste nueva, pronto se comunica a Huacachina, la bella princesa de los ojos hechiceros, quien alocada, desesperada, exantrópica, al amparo de las sombras que se vienen, huye sin que lo adviertan sus padres entre los cerros y los cuchillos de arena, hasta caer postrada, abatida, jadeante, sudorosa, con el llanto que desbordándose del manantial inagotable de sus olas, caían en las arenas que como pañuelos de batista, se extendían más allá de la Huega.
Las lágrimas ruedan y siguen rodando muchos minutos; numerosos días; tiempo tal vez incontable para ella, de sus ojos inyectados por el dolor y cuando el hambre, el dolor, la tristeza, la desventura, rompen el frágil cristal de su alma y la vida huye y se aleja veloz, esas abundantes lágrimas, absorbidas por las candentes arenas, surgen a flor de tierra en el inmenso hoyo amurallado por las arenas superpuestas, después de haberse saturado, con las sustancias de la entraña de la tierra, que las devuelve por no poder resistir el contagio del inmenso dolor.
En el día, las verdes aguas pardosas se evaporan en pequeña cantidad hacia los cielos, como si fueran llamadas por los dioses para aprender del dolor y se cuenta que todavía en las noches, cuando las sombras y el silencio han empujado a la luz, al ruido, sale la princesa, cubierta con el manto de su cabellera que se plisa u ondea en su cuerpo; con ese manto negro, muy negro, pero menos oscuro que su alma, para seguir llorando su llanto de ausencia y de pesadumbre, algunas de cuyas gotas todavía se descubren en la mañana, en los primeros minutos de la luz, hasta sobre los raros juncos que a veces brotan en la orilla de oquedad; se ven sobre las innumerables hojas rugosas del toñuz tendido en sus ocios y se perciben sobre cada uno de los dientes de las hojas peinadas del viejo algarrobo, que extiende sus ramas levantándose sobre la cama de arena, para pedir a los cielos, piedad y consuelo, destinados a la princesa de la dicha rota, del ensueño deshecho, del paraíso trunco.
La Biblioteca Abraham Valdelomar de Huacachina cuenta con una colección de aproximadamente 10 mil títulos. La mayor parte de los libros proviene de mi biblioteca personal, lo cual revela mis intereses y predilecciones: una sección muy completa de filosofía, otra muy nutrida de literatura, y una amplia bibliografía iqueña y peruanista. Abundan también títulos de geografía, historia, arqueología, y arte.
Con una hermosa vista a la laguna de Huacachina, el local de la Biblioteca reúne condiciones excepcionales para la reflexión y la lectura. Las atenciones al público -universitarias, escolares, vecinos y viajeros
2 comentarios:
me encanto leerlo casi lloro, pero? es cierto todo eso?
Ya era hora que lo publicaran de esa manera... ojalà que radio programas siga en ello... por mi parte me siento muy orgulloso de ello
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